Redefining Pop, towards global realism
Mi interés por el medio ambiente me llevó a trabajar en algunas obras en las que presentaba al consumismo como uno de sus principales problemas y esto mismo me llevó hacia otro fenómeno actual que es la globalización. Todo ello contribuyó a un proyecto muy complejo en el que se entretejen cuestiones sobre medio ambiente, consecuencias sociales de la globalización, la destrucción de la naturaleza y, por último, una revisión crítica de la historia del arte y el papel que cumple la fotografía en su representación.
Se trata de una parodia del catálogo de arte convencional en la que se presenta la obra de un comisario y cuatro artistas inventados. A sus currículums se atribuyen obras en las que yo había estado trabajando durante más de dos años, para intentar con ello apuntar a otras cuestiones que van más allá de las que las mismas obras plantean. Se trata de artistas heterónimos, no pseudónimos, puesto que cada uno de ellos cuenta con una identidad y manera de entender el mundo y el arte propias. Mis inquietudes sobre el medio ambiente, globalización y historia del arte se plantean pués en el dialogo que surge de sus diferentes formas de entender nuestra relación con la naturaleza, el papel destructivo del consumismo y las consecuencias sociales de la globalización.
Uno de los artistas, Richard Darta, representa al artista romántico que crea a partir de la pura inspiración y su trabajo es casi “terapéutico”. Sus obras presentan al consumismo como un cáncer que se va extendiendo y que poco a poco va consumiendo el mundo que habitamos. Albert DeGora es un artista intelectual que combina la creación artística con el comisariado de exposiciones. Su trabajo se fundamenta en el revisionismo histórico del arte para desvelar los intereses que hay detrás de ciertas formas de entender o promover el mundo del arte. En el trabajo que de él se presenta en Redefining Pop, DeGora reconstruye la gran exposición “The Family of Man” que en 1955 mostraba a la humanidad como una gran familia unida por unos valores universales que él nos muestra ahora como intereses comerciales y eurocéntricos. Las fotografias de Alex Pyrgoi se mueven dentro del puro formalismo. Aunque el sujeto de su mirada lo constituyen siempre desechos del consumismo, él busca en ellos simplemente trazos de belleza a través de la experimentación formal. Sergei Rhodenischevski ve en el arte un medio perfecto para el activismo político. Se trata de un artista ruso que tras la caida del sistema soviético denuncia la amenaza que supone la entrada de su país en el despiadado mundo capitalista. Lamenta, al mismo tiempo que se opone con su obra, el que la utopía de la que partió la revolución bolchevique haya tenido que acabar cediendo ante la presión del nuevo imperio consumista.
Todos estos trabajos son presentados en el catálogo por el comisario, que, aunque firma con mi nombre, no es más que una parodia del comisario que entinde la historia del arte desde una perspectiva lineal y evolucionista. En la introducción del catálogo, todo su esfuerzo se centra en demostrar que el trabajo de estos cuatro artístas supone la consecuéncia lógica y natural de la historia del arte, y que ellos marcan el exponente máximo en la representación de la actualidad mundial en el arte.
Con la ayuda del fotomontaje (del photoshop!) los trabajos de estos artistas ficticios se pueden ver en el catálogo en exposiciones en los espacios más prestigiosos del mundo. Con ello se pretende cuestionar también nuestra credulidad ante la autoridad que supone el catálogo artístico convencional: cuanto más cara sea la obra de arte y más lujoso su catálogo, más parece que tiene que haber detrás de la obra de arte, cuando a menudo es lo contrario.