En nuestro paisaje nos ha acompañado toda la vida un elemento que resume muchas de las inquietudes que he expuesto hasta ahora: el toro de Osborne. Empezé a trabajar con él puesto que supone un símbolo paisajístico perfecto para diferentes nociones sobre identidad colectiva: para unos es símbolo del españolismo más acérrimo y para otros lo es del "imperialismo" español. También encontraba interesantes todas sus connotaciones como cliché turístico o machista.
El toro aparece en una serie de paisajes panorámicos que intentan buscar el "antipaisaje", algo parecido a lo que hacía en Retorno a Arcadia. Fotografié el toro en paisajes turísticos archiconocidos. Usé una cámara estenopéica para que una pequeña maqueta de cartón pareciera una verdadera valla incluida en el paisaje: ¡el toro se fue de viaje! Pero en los recuerdos de ese viaje esa figura simbólica aparece siempre como un elemento perturbador de la contemplación del paisaje.
Una metáfora para el bagaje cultural del que no nos podemos desprender y que se interpone en nuestra percepción de la realidad que visitamos, o que nos impone ciertas maneras de entenderla si no somos capaces de superarlas a través de la reflexión.
Empieza también con esta serie una crítica al turismo de masas, el cual, a mi entender, consume pasivamente unos productos e iconos culturales promovidos por otra poderosa indústria globalizada.
This site is protected by wp-copyrightpro.com